Gabriel CisnerosEN PALABRA EN PIE SE PUBLICAN ARTÍCULOS, POEMAS, CUENTOS Y OTROS TEXTOS DEL ESCRITOR ECUATORIANO GABRIEL CISNEROS ABEDRABBO, ES UN ESPACIO PARA EL ENCUENTRO DE LOS CREADORES CON EL EROTISMO, EL ARTE Y LA PALABRA, ESPACIO AL QUE PUEDEN ACCEDER QUIENES TRASCIENDAN SUS PROPIOS MIEDOS Y SALTEN DE LA CUERDA FLOJA SIN PERDER EL EQUILIBRIO ANTE LOS DEMONIOS QUE NOS ACOSAN EN LA COTIDIANIDAD.
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CRISTÓBAL ZAPATA, Cuenca, 1968

Palabra en Pie - Escritores Invitados

Poeta, crítico literario y de arte. Dirigió varios talleres de literatura en su ciudad y en Quito. En 1997 fue designado Coordinador General de la VI Bienal de Pintura de Cuenca. Artículos sobre arte contemporáneo y literatura han aparecido en importantes revistas nacionales.

Pórtico

Una mano se abre sobre la crispación del vientre
Otra mano se cierra sobre el sexo
hasta que los labios musiten la primera vocal
la que inicia el gozo.


Mientras posa, la modelo reflexiona
Y aquel que no sea Ofelia,
comprenderá su fortuna porque yace enterrada y no,
como en la leyenda,
ahogada en un río.
Félix de Azúa, Las lecciones suspendidas.
¿Será eterna esta flotación esta mojada laxitud del cuerpo?
"Son tus manos
las que han de mostrarte inerte"
-dijo el Maestro-, y así me hallo
pretendiendo insinuar con los dedos
el ademán revelatorio,
la cabeza levantada de la superficie inmóvil
observando el lento valseo de las ramas.
¿Son la muerte este río imperturbable, estas aguas que no descorren mi vestido? Mi boca tiene un rictus de agonía pero la agonía es tan solo víspera.
Para hacer de Ofelia, no debió elegir a una mujer de la vida; cada vez que mínimos flujos de agua llegan hasta mis muslos


La niña en el charco



Desprevenida, con su falda corta
veo andar a la niña sobre el charco
ignora que el agua es un azogue
donde se refleja su slip blanco.

Descubierto su secreto más tierno
en ese turbio espejo de agua
solo quiero volver a encontrar su imagen
entre las ondas que deja a su paso.

Pero es tan repentino y fugaz el misterio
más súbito y veloz que el deseo o el aire.
Cuando torno a abrir los párpados
sobre el opaco cristal ya no hay nada.
Apenas consigo con mis dedos
acariciar la suave ondulación del agua.


Jordán


En la tibia tarde
del pueblo han bajado hasta el río
y sin decirse nada
han entrado en él,
desnudos.


Juan observa cómo el sol ilumina y abrasa
el pecho de Francisco,
cómo el agua que fluye tan munidamente
ciñe sus caderas
-esa poderosa conjunción de huesos
que la piel endulza y ablanda-.


Francisco, que advierte el brillo de los ojos
el inequívoco temblor del cuerpo bajo el río
lo abraza como protegiéndolo de él mismo.
Juan se refugia en su torso
y al hacerlo derrama,
sobre el hombro de Francisco,
un puñado de aceite sagrado, cristalino.

(Para Roy Sigiienza, poeta tutelar)
Las muchachas de H. H. (o Balada de las damas de antaño)

Qué se hizo Alana Soares
la muchacha de los punzantes senos
estudiante de ciencias políticas;
dónde está Susy Scott
la bronceada rubia de Boston,
que con tanta gracia sabía
correr su prenda;
qué fue de Cristina Ferguson
la hermosa colegiala de Liverpool
la que "eventualmente" pensaba
"tener varios hijos y ser una buena madre";
díganme dónde se halla Tracy Vaccaro
la de piernas lisas y largas
(columnas jónicas coronadas de acanto);
qué se hizo Carina Persson
la niña mimada de Estocolmo
tan holgada de carnes;
qué fin tuvo Penny Becker,
a quien le gustaban las cerezas,
el champagne y la luna llena,
la que tenía entre sus fantasías secretas
"convertirse en una vagabunda profesional
y recorrer por todo el mundo".

Qué se hicieron todas ellas,
las grandes agasajadas en el invierno del 84
las reinas de aquel Holiday House Party
que el abnegado Hugh Hefner ofreció
como cada diciembre
en el trigésimo aniversario de la empresa,
las que mi padre se llevó
(despegándolas de la pared de su estudio
con la misma acuidad que puso en adherirlas)
el día que se fue de casa.

Dónde, en qué país, en qué ciudad
encontrar a las adoradas playmates de mi padre
aquellas que hicieron dichosa mi infancia
la que quisimos tanto.